El empate en Brasil es el primer paso para pensar que Lanús quedó al borde de levantar su segunda Copa internacional en la historia. Y que, en los 90 minutos que faltan, podrá ratificar todo ese potencial que lo hizo fuerte en situaciones adversas como el partido de anoche frente al desconocido, pero sorpresivo, Ponte Preta.
El fútbol es contagio, y esa actitud para asumir riesgos que, incluso, no se corresponden con la función de un marcador central que no necesita exponerse a críticas en vano. Sin embargo, ese tiro libre de Paolo Goltz a los 12 minutos del segundo tiempo responde de algún modo a la esencia que se plantea desde el mensaje que envía Guillermo Barros Schelotto y que interpretan sus jugadores dentro del campo de juego. Que sea el defensor quien abra el camino con un golazo es, también, un argumento para entender la posición de Lanús en esta final de la Copa Sudamericana y su expectativa de ser campeón del fútbol argentino en esa última jornada que se jugará el 15 de diciembre.
Las mil y un aventuras del entrenador de Lanús en Brasil en tiempos de futbolista de Boca alimentaban esa suerte de mística que tal vez, y desde un convencimiento, Guillermo pudiera bajar a sus jugadores para encarar esta primera final ante Ponte Preta en el estadio Pacaembú. Y al margen de estrategias y de estilos, esa forma de encarar una final de ida respondió un poco a esa historia tan cercana. Más allá de un primer tiempo en el que el equipo del Sur no generó demasiadas situaciones por circulación y juego asociado, su defensa tampoco tambaleó y quedó contra las cuerdas. Salvo en esa situación que puso en aprietos a Agustín Marchesín cuando Fellipe Bastos intentó definir con un fuerte remate que el arquero pudo resolver en dos tiempos. Desde esa escena, el equipo argentino supo neutralizar los movimientos del conjunto local al menos en esa primera parte.
Quizás, esa escena en la que Santiago Silva erró un gol sin arquero y con el arco a total disposición –el centro desde la izquierda de Jorge Pereyra Díaz le queda justo para la zurda, pero el Pelado define con tres dedos, de derecha, y afuera– quedó en la retina y en la cabeza de todo el equipo de Barros Schelotto porque al margen de ventajas parciales y de su voluntad de armar un menú para que el plato principal se sirva en La Fortaleza el próximo miércoles ese fantasma por la oportunidad increíblemente desperdiciaba se podía pagar en efectivo. Y así fue. Una jugada en la que el árbitro cobra –ante la protesta de los jugadores de Lanús– un tiro libre cerca del área es el detonante para que esa fábula se convierta en realidad. En Brasil, y con una pelota detenida en contra. El escenario más complicado para evitar ese 1-1 que llega por la formidable pegada de Fellipe Bastos. El mismo que un rato después clavó un segundo remate, también de tiro libre, en el travesaño.
El fútbol y ese contagio que todavía conserva Lanús cuando el equipo acaba de entrar en zona de definiciones quedó reflejado en su paso por Brasil. Ahora, a pensar en hacer la diferencia en casa.