La primera jornada del juicio en que se trata de determinar la responsabilidad de Gustavo Roberto Olivera, alias Gatito, de 22 años, y de Gustavo Miguel Ángel Abasto, alias Muñequito, de 20 años, en el crimen del crimen de Jonathan Emmanuel Vázquez, que tenía 16 años al momento del hecho ocurrido el 21 de agosto de 2011 en barrio Lomas del Mirador de Paraná, tuvo momentos de mucho dramatismo. Antes del comienzo de la audiencia un pequeño foco de incendio en una celda de Alcaidía de Tribunales hizo presagiar una jornada complicada. Ya en la audiencia, en la que declararon diecisiete testigos entre los que varios están detenidos por otras causas, los momentos de mayor dramatismo consistieron en la declaración de la mamá y la hermana de Vázquez, y el de mayor tensión fue el careo entre la mamá de la víctima y Jaime Martín Pereyra, uno de los jóvenes que estaba con Vázquez al momento del ataque.
El fiscal coordinador Rafael Cotorruelo solicitó el careo entre Pereyra y Escobar como consecuencia de las serias contradicciones en el testimonio del joven, que estuvo con Vázquez la noche del ataque y recibió dos disparos. Pereyra dijo ayer que no vio a los que dispararon contra él, Vázquez y Juan Alberto Alvarado, alias Pitu, cuando en la instrucción los señaló con detalles, incluso sostuvo que los acusó porque Escobar se lo pidió en el hospital San Martín donde se encontraron tras el ataque. Al ser indagado sobre las razones del rotundo giro respondió “no tengo explicación para eso” y llegó a decir que “esa declaración fue inventada”. Durante la instrucción de la causa Pereyra fue imputado del delito de falso testimonio, causa que sigue su curso.
MADRE. Escobar realizó un dramático y conmovedor testimonio, reconoció que no vio el hecho ni supo quiénes fueron los autores hasta que en el lugar del hecho Alvarado le manifestó que “los hijos de puta de Gatito y Muñequito me mataron a mi hermano” en referencia a la amistad que aquel mantenía con Vázquez. En este sentido, la mujer añadió que supo de la identidad de los atacantes porque Pereyra le dijo que fueron Olivera y Abasto.
Escobar, llorando sostuvo: “Mi vida se terminó con lo de mi hijo”, y añadió: “Me enojé mucho con Dios, dije que Dios no existía” al recordar que no se atrevió a tocar el cuerpo inerte de su hijo tendido en la calle. La mujer recordó que el día del hecho “a las 18 subió Muñequito a tirar para el Lomas. Hablé con el comisario para que mandara una patrulla porque iban a terminar matando a alguien y a la noche me mataron a mi hijo”.
La mujer sostuvo que no vio a Pereyra en el hospital porque no entró al nosocomio y autorizó a una hermana para que recibiera los partes médicos, mientras ella rezaba por la vida de su hijo fuera del edificio. Además añadió que se enteró que a Pereyra lo habían herido en el pie porque lo vio renguear una tarde que fue con personal de la División Homicidios a buscarlo para ir a declarar.
CAREO. El careo entre Escobar y Pereyra se basó en aclarar dos contradicciones: la primera relacionada con que Pereyra afirmó que vio a Escobar en el hospital y ésta le pidió que acusara a los imputados, situación que la mujer negó; la segunda estribó en que Escobar dijo que en el lugar del hecho Alvarado “gritaba” que los autores del hecho fueron Olivera y Abasto, mientras que en su cambio de testimonio desvinculó a los imputados.
Ambos se mantuvieron en sus posiciones. El careo fue de los más tensos que se escucharon en Tribunales en los últimos años. Incluso, la problemática que aqueja a la zona este de Paraná se coló en los discursos y apareció el problema de la violencia y la droga. Escobar manifestó a viva voz que Pereyra manifestó que su papá “arregló todo con un kilo de faso” y añadió que el joven “estuvo tiroteándose con los del Municipal y hasta hoy lo sigue haciendo, hasta que maten a otra persona”, mientras que Pereyra negaba todo y la trataba de “mentirosa” y “loca de mierda”. A modo de contraataque, el joven sostuvo que “los que salieron a los tiros fueron los hermanos de ella” señalando a uno que esperaba en una sala para declarar.
MIEDO. Alvarado señaló a los imputados como los autores del ataque. También dijo que teme por su vida y la de su familia. Al ser consultado si fue amenazado respondió que no, pero que conocía a los imputados y sabía que eran “capaces de hacer cualquier cosa con mi familia”. Alvarado dijo haber quedado muy afectado por la muerte de Vázquez, lo que lo llevó a consumir drogas y pastillas.
También declaró Antonella Vázquez, hermana de la víctima, quien sostuvo que vio a tres personas armadas atacar a su hermano. La chica estaba en su casa cuando escuchó los disparos y abrió la ventana para ver si regresaba su hermano que había salido a comprar un alfajor. En ese momento vio a Olivera, Abasto y un tercer joven que no logró identificar, disparando. “Se le veía clarito el rostro” dijo en referencia a los imputados, al tiempo que dio precisiones sobre la ropa que vestían los acusados esa noche. La chica dijo que en el lugar del hecho, esa noche, “todos en el barrio gritaban que habían sido ellos”.
ALARMA. Un principio de incendio generó ayer alarma en Alcaidía de Tribunales. Según informaron fuentes judiciales una prenda de uno de los imputados quedó en la celda y por motivos que son investigados cobró fuego. El incidente ocurrió entre las 8.30 y las 9, cuando Olivera y Abasto se preparaban para comenzar la audiencia en la que se investiga la responsabilidad que les cabe en el crimen de Vázquez y no se encontraba en la celda. La investigación quedó en manos de la fiscal Natalia Taffarel. Las mismas fuentes deslindaron cualquier relación entre el hecho y el inicio del debate. También señalaron que se presume que a la prenda le tiraron un fósforo o un cigarrillo y por eso comenzó a quemarse, generando la pronta reacción de los efectivos que apagaron el pequeño foco con un matafuegos de grandes dimensiones, lo que a la sazón fue lo que terminó causando la alarma por la cantidad de polvo químico seco con que se extinguió el fuego y se propagó a otras dependencias de Tribunales.
AL MARGEN
El Tribunal de la Sala I en la Cámara del Crimen, integrado por Miguel Ángel Giorgio, Elvio Garzón y José María Chemez, juzga a Olivera y Abasto por dos hechos cometidos en complicidad, desplegando distintos roles. La calificación legal es Homicidio Simple, primer hecho, y Homicidio en grado de tentativa, segundo hecho, en concurso real. En el primero, testigos sostuvieron que se escucharon entre veinticinco y treinta disparos.