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River madrugó a un Boca que salió muy dormido

Desde un lateral, cuando el partido todavía se estaba armando, nació la ventaja de River que, a su vez, desnudó un problema grosero y repetido de Boca en la noche cordobesa: las distracciones defensivas del Xeneize. Con un largo envío con las manos mientras Gabriel Mercado también hacía un saque unos metros más atrás, Carlos Carbonero buscó a su compatriota Teo Gutiérrez que, tras un mal cruce del pibe Joel Rodríguez, fue hasta el fondo y le cedió el gol a Manuel Lanzini que definió dentro del área chica en absoluta soledad.

El descuido en el fondo, de todos modos, no sería excepcional para el cuadro dirigido por Carlos Bianchi. Es, además, la continuidad de una falencia que Boca no supo cómo resolver durante el 2013 y que en el Mario Alberto Kempes volvió a sufrir para terminar con las manos vacías en el segundo Superclásico del verano.
Porque en el final del primer tiempo, River, con cinco toques de primera, sacudió otra vez al Xeneize. Porque Juan Carlos Menseguez, como Lanzini, apareció en el área sin nadie que lo molestara y hasta tuvo tiempo para frenar la pelota con el pie zurdo, acomodar la bola al botín derecho para definir cruzado para el 2-0 final. Para gritar su tercer gol ante el Xeneize –los otros dos con la camiseta de San Lorenzo– y para dejar en evidencia, una vez más, que Boca en el fondo hace agua.
Encima, Hernán Grana, que había aprobado con lo justo en el partido en Mar del Plata, tuvo los mismos problemas para marcar que habían exhibido los laterales –los naturales y los improvisados– que el Virrey había puesto en ese sector en el Inicial 2013.
Pero los problemas de Boca  no sólo se limitaron a la defensa. River, de hecho, controló el juego con la movilidad de Gutiérrez –tuvo en remate que pegó en el palo– en el ataque y con la claridad de Lanzini para manejar la pelota.
Y al Xeneize, entonces, sólo le quedaron las gambetas y el atrevimiento de Luciano Acosta, el único que inquietó a Marcelo Barovero en el primero tiempo con un derechazo. O los cabezazos de Emmanuel Gigliotti y de Juan Forlín, en el complemento, con un mismo final: las manos del arquero de River.
Antes de la seguidilla de Superclásicos –falta uno en Mendoza el próximo sábado–, ambos entrenadores le quitaron dramatismo a estos cruces. Boca, sin embargo, todavía no ganó en el verano y en Córdoba, además, tuvo un nivel muy bajo. Jugó y la pasó mal hasta los minutos finales en los que el Millonario pudo golearlo.
Ahora, en definitiva, habrá que ver si los golpes le dejan marcas para lo que vendrá a los muchachos de Bianchi. Como en 2013, Boca sigue dado vuelta y preocupado. Es que no mejora ni encuentra el rumbo cuando los partidos por los puntos –debutará con Newell’s en Rosario– ya están cerca.

Los clásicos afiches del día después.
Los clásicos afiches del día después.